viernes, 30 de enero de 2009

Reflexion particular *

Morir o envejecer.
Tres historias del fin de la vida. Y una reflexion particular.




__Envejecer no es una elección. Es la única opción que se antepone a la muerte.__




La tecnología y la ciencia, han incrementado vertiginosamente la esperanza de vida en los últimos años; pero no ha sido tan benevolente con la juventud.
Si bien es cierto que el ocaso de la vida comenzaba a verse entrecerrando los ojos, para apreciar su distancia, la juventud seguía escapándose como granos de arena entre los dedos.
¿Cuál es el sentido de un individuo de mas de ochenta años, que no esta en total dominio de sus facultades mentales, ni de su cuerpo, que difícilmente sea autosuficiente, y genera gastos sin producir un mínimo rédito para la sociedad?
¿Es moralmente correcto mantener por tiempo indefinido a estos individuos pasivos, incapaces en la mayoría de los casos de valerse por si mismos, arrumbados como muebles gastados en depósitos que sádicamente llamamos “hogares”?
Nos encontramos inesperadamente en el papel de padres de nuestros propios padres, y no es descabellado preguntarse si realmente, ambas partes están dispuestas a asumir sus nuevos roles.
¿Acaso un adulto mayor de 80 años, que ha vivido y experimentado quizás el doble de lo que nosotros pasamos, aceptará sumisamente las ordenes de aquel a quien conoció cuando aun no podía valerse por si mismo?
¿Estamos dispuestos encarnar el rol de protección sobre aquel que nos protegió, sobre nuestro referente, sobre el pilar en el que se baso nuestro crecimiento? ¿Podemos siquiera contemplar la idea de que donde ayer hubo para nosotros fortaleza y valentía, hoy queden solo retazos gastados de incertidumbre y desvaríos?
Definitivamente, no son ideas simples de aceptar por ninguna de ambas partes, pero es, generalmente, la cruel realidad.
Ellos no pueden cuidarse por si solos, y nosotros no terminamos de resignarnos a cuidar de ellos. Y abandonados a la deriva, solo conseguimos ahogarnos entre la impotencia y la congoja.
Se que estas palabras pueden sonar duras, frías, insensibles para los mas avezados moralistas, idealistas y soñadores. Quizás suenen demasiado coherentes para aquellas personas de sangre fría, de pensamientos lógicos, los ávidos defensores de la razón que solo tienen espacio para saber que es conveniente y políticamente correcto y que no.
Pero más allá de la postura u opinión que cada uno pueda aportar, lo cierto es que nadie esta realmente seguro de cual sea la acción mas acertada; cada propuesta se torna confusa, tiene un recoveco, un doblez que no termina de convencer. Y así proseguimos, abandonados a nuestra propia suerte, preguntándonos si realmente aun queda una salida que no vimos, un desvío que no tomamos, una solución que nadie haya pensado.
No me resultaría agradable, y definitivamente este texto estaría lejos de cumplir su objetivo, si fuera interpretado como el irreverente descargo de una adolescente contra la vejez.
Vivo día a día, muy de cerca, este fenómeno etario, me rodea, me colma y me mantiene en continua reflexión; no solo por la sombría idea de vivenciar mi propia vejez, a lo cual creo temer mas que a la muerte misma, sino que veo a mis seres queridos carcomidos hasta la ultima sonrisa de su existir, vagando sin rumbo alguno, sin un destino concreto, sin una meta. La vida se extiende ante ellos como un inabarcable e incierto laberinto, en el que ya no saben jugar. Han recorrido la mayoría de sus caminos, se han perdido en todos sus recodos, han doblado y descubierto cada esquina sin encontrar aun la salida, y ya cansados de intentar la lógica, buscan a ciegas el ansiado fin del recorrido. Y se enredan como un niño en sus propias ropas.
Y aquí estamos nosotros, parados y observando tan bajo espectáculo, sin dignarnos aun a actuar, porque la naturaleza de los acontecimientos escapa a todo suceso comparable, porque hemos superado nuestras propias expectativas, y ahora nos encontramos perturbados y confundidos sin saber exactamente la finalidad de nuestras acciones.
¿Y si nosotros mismos, quizás ya hicimos lo indebido estirando, sin quebrar, la fecha de vencimiento de nuestro propio envase, que esperamos que suceda ahora?





* Este texto no fue escrito para expresar una opinión concreta, sino todo lo contrario. Es un llamado al debate y la reflexión, y como mocioné anteriormente, no cumpliría su objetivo si fuera interpretado como una acusación a la vejez, o a los propios ancianos.
También me siento obligada a expresar la salvedad de que no todas las personas mayores están incapacitados para valerse por si mismos, que muchos individuos de edad avanzada están aun en condiciones de realizar cosas maravillosas; y que las situaciones planteadas en el texto no tienen porque reflejar la realidad de todos los casos, pero si es, al menos a mi entender, la generalidad.

miércoles, 28 de enero de 2009

Morir o envejecer.

Tres historias del fin de la vida. Y una reflexion particular.




Envejecer no es una elección. Es la única opción que se antepone a la muerte.




Celia.

Uno de los mas terribles problemas de envejecer, es que la persona cree demasiado.
Cree que aun piensa con claridad, cree que puede hacer las mismas cosas que 10 años atrás, cree que esta en total dominio de sus facultades mentales, y hasta creen que pueden ser autosuficientes.
O al menos, este es el peor de los defectos de mi abuela materna.
Vive en una casa, delante de mi casa, y cada mañana, cada 15 minutos reloj, aparece en mi puerta para contar alguna cosa sin sentido que seguramente no me interesara. A veces la escucho con atención, evitando hacer comentarios porque se en lo que podría acabar la charla. Otras veces solo finjo escucharla mientras hago otra cosa. Pero muchas veces me exaspera.
Ella cree que puede seguir haciendo las cosas que hizo durante toda su vida, pero de hecho, prácticamente no puede hacer ninguna.
Sufrio en la vista una enfermedad similar a la de mi abuelo, pero mas leve, y ya no pudo coser mas majestuosos vestidos, ni remiendos de lo mas simples. Abandono en gran medida su devocion al jardin, y es entendible: su cuerpo esta demasiado cansado.
Solo le queda escuchar la radio, hacer las compras y venir a casa a decir incoherencias que su mente no entiende como tales.
Cada tanto comete errores, producto de creerse…capaz. Y uno debe debatirse sin aviso entre la ira desatada por el problema, y la tristeza de pensar que hizo todo con su mejor intencion.
A veces desespero intentando explicarle a alguien como me hace sentir, como NOS hace sentir, a todos. Porque visto de afuera, siempre parece que fueramos nosotros los incorrectos. Y tal vez sea asi, pero yo no lo creo.
Convivir con una mente tan entendiblemente cansada, tan longeva, tan agoviante, es sin duda una de las pruebas mas exhaustas que debemos superar dia a dia. Y no espero que nadie que no lo viva pueda entender eso.
Muchas veces me despierto a la mañana pensando “hoy no le voy a decir nada”. Pero no puedo no hablarle, no puedo ignorarla. Es mi abuela, y la amo, aunque mi sentido comun no pueda con su mente irreal.
A veces aparece en mi puerta con una golosina, y nuevamente pienso, que tal vez, simplemente no deberia decirle nada.

Morir o envejecer

Tres historias del fin de la vida. Y una reflexion particular.




Envejecer no es una elección. Es la única opción que se antepone a la muerte.



Vicente.
Tendria menos de 10 años cuando mi abuelo comenzo a preocuparse por su vista. Las gafas cada vez mas y mas gruesas parecian dar pesimos resultados. Aun no decido si el oculista fue esperanzador o devastador cuando le anuncio:
“Vicente, usted jamas va a quedarse ciego completamente. Vera bultos, sombras, formas, contornos. Nunca sera todo negro.”
Su cegera avanzo, y su muy longeva vida, alargada artificialmente con los avances cintificos, le trajo una enfermedad ocular demasido reciente como para tener cura ni nada similar.
Al mismo tiempo que mi abuela dejaba de hablar, su marido dejaba de ver. Se invirtio muchisimo dinero en oculistas, oftalmologos, anteojos, lupas, luces potentes y todo remedio innovador que prometia mejorias.
Pero lo cierto es que lo unico que se logro, fue detener la arrasadora enfermedad en cierto punto, uno bastante avanzado por cierto.
Mi abuelo habia dedicado su vida a las tareas manuales, y pronto se sintio sofocado: ya no podia hacerlo. Busco refugio en la radio, y las charlas con su esposa, que poco a poco fueron perdiendo sentido, acarreadas tristemente por los crueles desvarios de mi abuela.
Con el pasar de los años, se encerro en si mismo, y se obsesiono con su esposa. Pero no habia remedio para mi abuela, ni para su vista. Hace tiempo ya que se maneja como un ciego. Los bultos que predijera aquel medico no alcanzan para las labores diarias, y uno se siente impotente al ver a un ser tan fuerte y habilidoso como mi abuelo, hecho trizas por los cansados años que lleva a cuestas, guiarse a traves del tacto para realizar los mas sencillos movimientos.
La depresion inicio levemente con su ceguera, y los sucesos de mi abuela la arrojaron directamente a un abismo interminable.
No existe nada en el mundo que pueda robarle a mi abuelo una sonrisa, no pidas un buen dia, jamas te contestara que esta bien, nunca te contara nada bueno que halla ocurrido, porque dentro de su mente desvencijada, solo el sufre, solo el es atormentado con los mas terribles castigos de algun despiadado dios, y no hay lugar para que ningun otro ser humano pueda sentirse desdichado.
La familia entera se desvivio por hacer todo aquello que era posible, y lo que no era tambien, para que la perdida espiritual de mi abuela lo afectara lo menos posible. Pero todas las brillantes soluciones, eran problemas ante sus ojos, como si no puediera ver nada mas.
Viene a casa los fines de semana a ver a mi abuela. A veces le habla aunque ella no le entiende. A veces llora. A veces calla.
Cambiaria tantos años de juventud por recuperar a su esposa tal y como era antes. Yo creo que aun espera que ese milagro ocurra. Quizas este guardando sus sonrisas para ese dia.

domingo, 18 de enero de 2009

Morir o envejecer.

Tres historias del fin de la vida. Y una reflexion particular.




Envejecer no es una elección. Es la única opción que se antepone a la muerte.


Maria.
Cuando tenia cerca de 10 años, mi abuela empezo a olvidar las cosas; cosas simples, cosas tontas, sin importancia. Se olvidaba de comprar manteca, o de sacar el agua del fuego. Luego se fue olvidando de lo que habia hecho la semana pasada…el dia anterior, ese mismo dia; hasta que olvido que habia desayunado esa mañana.
Yo era pequeña, y aun me resultaba divertido cuando cada cinco minutos reloj, me preguntaba si queria gaseosa. Lamentablemente, demasiado pronto entendi que no tenia gracia.
Asi, mi abuela fue olvidando recordar.
La psicologa nos explico su dolencia en terminos muy modernos:
“Su memoria es como un disco rigido que esta lleno: lo que ya se grabo, esta, pero no tiene espacio para nueva información”.
Intentando un cambio de tactica, cada vez que iba a verla, le pedia que me cuente historias de su juventud; las narraba con lujuriosos detalles, como si hubieran sucedido ayer…solo que si realmente hubieran sucedido ayer, no las recordaria.
Deje de hablar con ella cuando un curioso martes, en medio de mi historia favorita, olvido el nombre de su primogenito.
Técnicamente no fui yo la que deje de hablar, sino ella. Sus palabras fueron reduciendose a un ritmo vertiginoso. Pronto sus respuestas se basaban en monosilabos, y su mirada comenzo a adquirir un aire de lejania del que jamas volvio.
Hasta que un dia, olvido cambiarse de ropa, olvido peinarse, bañarse…casi habria olvidado comer, cuando mi abuelo, devastado por la presion sufrio una embolia cerebral.
Tras muchas idas y venidas, mi abulo se recupero, y mi abuela fue llevada a un hogar, con toda la profunda tristeza de la familia.
Mi padre perdio a su madre, y eso fue devastador. Mi abuelo cayo en una depresion profunda, que jamas tuvo ni tendra salida. No recuero la ultima vez que lo vi sonreir, pero estoy segura de que fue cuando mi abuela, aun recordaba su nombre.
Mi abuela no sabe quien soy. Mi abuela confunde a su marido con su padre. Mi abuela no recuerda ir al baño, no sabe los nombres de sus hijos, cree que esta en otro pais, tiene la capacidad cerebral de un niño de 3 años, y le cuesta horrores hablar. Olvida las palabras, y a veces las mezcla como un bebe que comienza a balbucear.
Viene a comer a casa todos los fines de semana. Le damos mate, porque en el hogar no le dan, y a ella le gusta mucho. Yo le pinto las uñas, la peino, la depilo, y la ayudo a ir al baño. Si hay reunion, a veces la maquillamos y ella se pone contenta. Solia ser una mujer muy coqueta.
Pero la mayoria del tiempo no habla, no sabe donde esta, no rie, no disfruta, no goza, no vive. Porque de alguna forma, ella no vive en el mismo mundo que nosotros.

viernes, 16 de enero de 2009

..y algunos osaban llamarlo paraiso..


Estaba encerrada dentro de ese mundo que aborrecía. No había huecos, hendiduras ni salientes en los muros que la sofocaban.
Miro hacia arriba, pero hacia tiempo que el sol había dejado de brillar en ese cielo. Los altos muros se extendían mas allá de donde alcanzaba a ver, perdiéndose en esa inmensidad sin nombre, fusionándose con la interminable soledad. Era el sitio donde nunca había luz.
Se desesperaba.
Podía sentir sus miradas desnudándola, penetrando palmo a palmo sus pensamientos, violando su deseo.
No podía esconderse, ya no podía fingir formar parte de ese mundo a donde jamás había pertenecido.
Era allí donde el placer y el deseo hacían el amor, dejando el aire perfumado de algo que los incautos llaman felicidad. Podía sorberse en el aire, podía acariciarse, rebotaba en los muros...le llenaba el cuerpo de esa nada pegajosa que devoraba su ser.
Solo anhelaba huir, pero aun sentía esos ojos vacíos de toda sensibilidad humana persiguiéndola. Los observaba, aun sin entender, y volvía a observarlos. Jamás seria como ellos.
Se sintió sucia y dejo rodar las lagrimas de su inevitable destino, humedeciendo sus ojos, sus mejillas, arrastrándose hasta su vientre..desvaneciéndose.
Intento correr, quiso escapar, pero rebotaba una y otra vez contra esas masas amorfas, que volvían a regresarla al inicio, como en un mal sueño donde todo vuelve a suceder.
Pero esta vez era real.

Era ese esotérico lugar, que la llenaba de cosas que ella no sentía.
El placer se deshacía en su boca, y se suicidaba una y otra vez. Resplandecía.
El aire se posaba majestuoso sobre su sien, y parecía aplastarla, llevándola hacia el submundo, donde solo habría sitios como ese, donde los ojos la miraban, donde todos sentían el placer que ella jamás sentiría, donde nunca había luz...donde todos decían ser felices, y ella jamás lo seria.

domingo, 11 de enero de 2009

¿Cuándo un emoticon adquirio la fuerza expresiva de un abrazo?



Tengo un celular. Como seguramente vos tenes uno. Como la mayoria de la gente tiene.
Tengo un celular pocas veces indispensable, algunas veces util, y la mayoria del tiempo completamente prescindible.

jueves, 1 de enero de 2009

Reflexión de una anécdota prestada (parte III)


Un librepensador es una persona que forma sus opiniones sobre la base de la razón, independientemente de la religión, la tradición, la autoridad y las ideas establecidas, para ser dueño de sus propias decisiones. El término librepensamiento define una actitud filosófica consistente en rechazar todo dogmatismo, bien sea de tipo religioso o de cualquier otra clase, y confiar en la razón para distinguir lo verdadero de lo falso.



Sentada en ese sillón suavizado por el paso del tiempo, aun no estaba segura porque estaba allí. Mi profesor misterioso daba vueltas por la sala de su casa, sin decidirse del todo a sentarse frente a mí.
Lo miraba ahora, algo entristecida. Su figura esbelta e imponente, me parecía ahora mas humana, menos idílica.
Su triste vida, marcada por la más cruenta humillación y degradación del año 1976, lo había llevado a callar, aun mientras hablaba. La condena que cumplía sumisamente a pasarse la vida entre alumnos, que jamás se reconocerían a si mismos como estudiantes, evaporaba gota a gota el sudor de la lucha que algún día habría corrido por su cetrina piel. Entendí entonces, que aquello que había dicho en la primera clase, esas palabras que sonaron en mi cráneo como furiosos alaridos de liberación, eran simples murmullos acallados por un silencio generacional, por una consciencia interna que lo obligaba a callar por siempre.
Sentí pena por su alma desvencijada, por sus ideales destartalados, por sus alaridos acallados por la sangrienta masacre de ideales.
¿Era mi deber arrastrarlo impunemente a la lucha, a esa lucha a la que el me había llamado sin avisar? ¿O debía acaso consolar sus derrumbados sueños revolucionarios y decirle que todo estaba bien?
Después de todo, sus susurros inconsistentes me habían obligado a seguir un camino que ahora me llenaba de orgullo y de valor; esa lucha era ahora MI lucha, el abrió mis ojos, el puso el grito en mi voz…
Ese error, ese imperceptible error se mostraba ante mí ahora con una claridad estremecedora. Mi mundo ya no sangraba, ya no lloraba, ya no me señalaba culpable de mis actos. Revelarme me había liberado.
Entendí que vivir en el sistema no me hacia responsable si luchaba contra el.
Mi profesor, por fin se había sentado, y veía sus ojos
inquietos indagar en mi mirada desde el otro lado de la sala.
-Gracias.
Murmure.
Una sonrisa cómplice se dibujo en su rostro; y aun indecisa de mis propias acciones deslice sobre la mesa un folleto revolucionario que escondía en mi bolsillo…el fingió no verlo.
Meses mas tarde, divise su rostro perdido en una multitud que se manifestaba por los derechos humanos. A lo lejos, pude leer sus labios, que esta vez sin temor dijeron: “Gracias”



“Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombre de bien no hagan nada para impedirlo”